Las estadísticas indican que en los siniestros viales entre 20 y 50 millones de personas padecen traumatismos no mortales, y otra importante proporción sufre discapacidad permanente. La mitad de los fallecidos son los usuarios vulnerables de la vía pública: peatones, ciclistas y motociclistas.

 

Investigaciones de la OMS señalan que los incidentes en el tránsito tienen un costo por país de un 3% de su producto bruto interno, la cifra puede aumentar al 5% en países de ingresos bajos y medios. Las lesiones causadas por el tránsito ocasionan pérdidas económicas considerables para las víctimas, sus familias y los Estados en general como son los costos elevados de los tratamientos y rehabilitaciones; las investigaciones judiciales; la pérdida o disminución de la productividad, tanto para empleadores como empleados.

 

En este sentido, los siniestros viales representan un problema prioritario que debe tomar protagonismo en la agenda pública de cada país y requiere de un programa de acción sanitaria mundial. Los traumatismos y muertes por estas causas, en su amplia mayoría, pueden evitarse. Los gobiernos tienen que adoptar medidas para abordar la seguridad vial de una forma integral, lo que requiere la participación de muchos sectores (transporte, policía, salud, educación), además de velar por la seguridad de las calles y los caminos, los vehículos y los propios usuarios de la vía pública.

 

 

Entre las intervenciones que se deben adoptar cabe mencionar el diseño de una infraestructura vial más segura; el mejoramiento de los elementos de seguridad de los vehículos, una planificación optima del transporte, la atención mejorada de las víctimas inmediatamente después de los siniestros, campañas de concientización y educación vial, entre otras cuestiones. Todas estas intervenciones deben estar centradas en los comportamientos, hábitos y conductas de las personas en la vía pública.

 

Por eso, es necesario trabajar en una nueva cultura vial que permita desnaturalizar lo que sucede en el tránsito, e incorporar una mirada que entienda que las conductas de las personas son las causas principales de los siniestros viales. En este caso, el termino accidente para llamar a los siniestros viales resulta inapropiado ya que da cuenta de hechos inevitables, azarosos, que no tienen responsabilidad humana. No se trata solo de un término, sino de cambiar la concepción que se tiene acerca de los hechos viales. Considerar que un siniestro es producto de una suerte divina es descartar la intervención humana. Desde esta concepción lo que sucede en el tránsito no puede ser modificado. En cambio, si lo llamamos siniestro o incidente, se da cuenta de un acto que tiene una acción humana, que es causal y que, por ende, puede prevenirse.

 

fuente:http://www.educacionvial.gob.ar/siniestros-viales-un-problema-de-salud-publica