Luis y José María son coleros (recolectores) y Alejandro es chofer en la dirección de Higiene Urbana; llevan adelante uno de los trabajos quizás, menos agradables dentro de un Municipio, pero aun así no se quejan, lo destacan y se enorgullecen, a pesar de que poca gente recuerde al tirar sus residuos, que quienes los juntan, también son personas.
“Estamos trabajando a lo indio, buscando bolsas de arriba de los medidores, en alambres donde nos enganchamos, en los postes de luz que patean”, explica José María y continúa “la gente aún no toma consciencia del trabajo que realizamos, y de lo importante que sería que coloquen sus residuos en canastos cerrados y seguros”.
“Otro de los inconvenientes, es que al poner las bolsas en cualquier parte, los perros callejeros las rompen, dejan todo desparramado, y eso nos implica, levantar la basura del suelo, encontrarnos muchas veces con elementos punzantes o cortantes, y eso retrasa además la dinámica del recorrido”, expresó Luis.
En nuestra ciudad, a diferencia de otras, la recolección domiciliaria es diaria, y eso también es destacable en la sacrificada labor del trabajador de higiene urbana. “Muchas veces la gente deja bolsas muy pesadas, que no se pueden levantar, y eso genera enojo, aunque la culpa no sea nuestra, hay falta de conciencia”, manifestó Luis respecto a las cosas con las cuales se encuentran en el día a día.
“Hay recolecciones en las que podes tomar aire, hay sectores o zona que no, pero es una bolsa tras otra, por esto uno de los coleros generalmente agrupa las bolsas de una cuadra en una esquina, y así se unifica y agiliza el trabajo”, comentó José María.
Poner el cuerpo
Cada día, quienes trabajan en la dirección de Higiene Urbana exponen su cuerpo por el descuido del otro. Vidrios rotos, jeringas, espinas, entre otras cosas. “Me he cortado con vidrios por todos lados, la gente se olvida, piensa que nosotros vamos con una armadura”, destacó Luis que trabaja hace 11 años en el Municipio. Además recordó que “hace 6 años fui a sacar una bolsa de un palo de luz, que estaba podrido, y en el trayecto me cae por la espalda el poste, me pega en el hombro y la cabeza, producto de eso me agarró una tendinitis en el hombro”.
Por su parte, José María agregó “por ahí venís corriendo te pegas con las bolsas en las piernas, te cortas, por descuido nada más”. “Dentro de las heridas, además de tener una cortante, y de que una jeringa me traspasó la palma la mano, tuve esguinces de tobillo, quebraduras, sufro mucho de las rodillas al bajar del camión”. “Es un trabajo sacrificado el del recolector, además trabajamos en todas las estaciones, calor, frío, lluvia, por ahí te resbalas con el agua, te caes y seguís mojado”, manifestó José María, que tiene 53 años y hace 18 trabaja en el área.
Por su parte, Alejandro es chofer y trabaja hace 16 años en Higiene Urbana. Primero trabajó como recolector y hoy maneja uno de los camiones, “nosotros tenemos un trabajo difícil, estamos pendientes de nuestros compañeros, del tránsito, del peatón, y del cuidado del camión”, expresó. “Yo también fui recolector, entonces conozco los tiempos y el cansancio de mis compañeros, y si bien estando arriba del camión no hay un desgaste físico constante, el nuestro tiene más que ver con el mental”, añadió Alejandro.
Higiene urbana
A pesar de todo, José María, Luis y Alejandro sabiendo que aún hay cosas por mejorar, se encuentran satisfechos y orgullosos del trabajo que realizan. “Para mí es todo, estás limpiando tu ciudad y eso es lindo. Es un orgullo trabajar en Higiene Urbana, es un laburo sacrificado porque físicamente te desgasta, pero es todo”, declaró José María y añadió “lamentamos que la gente aún no tome consciencia del trabajo que realizamos y de lo importante que sería que coloquen sus residuos en canastos cerrados y seguros”.
Asimismo, Luis expresó “dentro de todo uno también está en estado y trabaja al aire libre, pero la rutina y el desgaste físico es terrible, yo soy recolector hace más de diez años y ya siento dolores en la cintura y en las piernas, pero es muy lindo, a mí la verdad me encanta trabajar acá”.
“Estamos bien, han cambiados muchas cosas, nuestro jefe está muy dispuesto, nos escucha y trata de resolver nuestros problemas”, explicó José María, “nosotros convivimos todos los días y somos una familia, estamos realmente orgullosos de estar acá”, coincidieron los tres.
Todos los trabajadores de Higiene Urbana, específicamente los recolectores, exponen su cuerpo en cada bolsa mientras trabajan, llevan heridas que no buscaron, que no quisieron, porque no los cuidaron. Saben que es un trabajo sacrificado pero los reconforta hacerlo cada día. Tomar consciencia que cada bolsa que se tira, la recoge un vecino, un gualeguaychuense, una persona, pensar en el otro siempre, y fundamentalmente cuidarlo ésa tiene que ser la premisa de todo vecino comprometido.
La ReVista Visión Municipal – Dirección de Personal - Edición Agosto 2017.