Las imágenes fotográficas permiten preservar recuerdos visuales y tienen la capacidad de hacernos revivir experiencias pasadas, mirando hacia atrás sin que se desvanezcan los detalles. A nivel personal contribuyen a construir identidad; en el ámbito familiar transmiten memoria de generación en generación; y en lo colectivo constituyen una fuente de información histórica de enorme valor.

Conservar estos archivos no solo implica resguardar correctamente una fotografía, sino también realizar una puesta en valor que permita recordar y comprender su historia. En esta línea, se trabajó con una colección fotográfica que perteneció a Nelly Gómez Jurado de Haedo, esposa de Rafael Haedo, últimos habitantes de la casa.

Con el objetivo de ordenarlas cronológicamente y exhibirlas al público, las imágenes fueron montadas en hojas sin utilizar adhesivos y protegidas con folios de polipropileno que facilitan su conservación y manipulación. El próximo paso será su digitalización, proceso que permitirá ampliar su difusión y asegurar su preservación en formato digital.

El trabajo fue realizado por Jorgelina Martinolich, con la coordinación de la museóloga Natalia Derudi. La colección cuenta con más de 275 fotografías tomadas desde la década del 30 en adelante, además de 44 tarjetas postales que abarcan el período comprendido entre 1900 y 1960.

Dentro del acervo histórico del museo pueden identificarse diversas técnicas empleadas en los procesos fotográficos, correspondientes a distintos momentos de la evolución de la disciplina. Entre ellas se encuentran un daguerrotipo y un ambrotipo, fotografías estereoscópicas, copias de albúmina, placas flexibles y negativos de vidrio, entre otros. También se registran formatos fotográficos de soporte rígido característicos del siglo XIX: 11 “Cartes de Visite” y 31 “Tarjetas de Gabinete”, típicos retratos de aquella época.